ilustraciones y texto a cargo de p.strange
vida creada para Ninnette hache
Maleus Maleficarum
Ocho intentos;
Ocho intentos hasta conseguir su verdadero amor.
A Ninette Hache le encanta contar historias de misterio, viajar por todo el mundo, preparar té de mango con menta y tomarlo tranquilamente mientras hace la perezosa en la cama.
Además…
Es Bruja, y puede, entre otras cosas, hablar con los árboles. Le susurran exactamente cuándo sus relaciones van a marchitarse; De forma trágica y punzante.
La Bruja Hache siempre lleva consigo un libro herbario allá donde vaya, recolectando y
coleccionando hojas que relaciona mágicamente con sus tullidos amores. Una vez elegida la hoja perfecta en tamaño, forma y color, Ninette recorre el mismo trayecto errático; De su casa al metro de Ternes pasando por la Rue de Montenotte hasta llegar a la parada del Parc Monceau. Dentro del parque, vadea el árbol quemado por un rayo que aún sigue gimiendo de dolor hasta llegar a la estatua de “Chopin au piano et sa muse”, dónde, escondida entre la vegetación, práctica sus tóxicos rituales.
Sus primeros amores, yacen todos putrefactos y polvorientos repartidos en varios cementerios de Barcelona, Gotemburgo, Nápoles y las Islas Maldivas. Todos eran cómo las hojas de Morus Alba, y así acabaron, alimentando a los gusanos.
El quinto, Francesc Rivera, dulce y cálido cómo los frutos del cerezo, inteligente y culto, le leía biografías de personajes célebres antes de hacer el amor…Hasta que fue descubierto con otra mujer en la cama… (De todos es sabido que las cerezas crecen y se devoran de dos en dos). La hoja de Prunus Avium que guarda en su herbario se seca lentamente cómo los pulmones del catedrático Rivera.
El sexto de sus amores, pintor y ceramista griego, Bastiaan Vissi, de cincuenta y cuatro años; Añejo y experimentado cómo los frutos de la vid, mejoraba con los años como el buen vino…
Hasta que se cansó de macerar la relación y cambió a Ninette por una “menos madura”
jovencita extranjera. La hoja de Vitis Vinifera que guarda en su herbario se pudre lentamente en el herbario cómo los riñones del viejo artista griego.
La séptima de sus relaciones, Mathew Chase, gran empresario Neoyorkino, ávido y ambicioso de poder, colmó a Ninette de pieles, diamantes, chocolate danés relleno de licor, (regalos que ella aborrecía). El millonario Chase escaló peldaños en varias empresas, trepó, trepó, trepó, se olvido de Ninette...y se estrelló.
Las fortunas del empresario se esfumaron en inviernos venideros, cómo la hoja caducifolia de Heredera Helix que se resquebraja en el herbario de Ninette.
A las pocas semanas la Bruja viajaba hacia cualquier parte con el dinero acumulado tras vender sus valiosas pertenencias...
Hasta ahora, instalada en París. En el 26 de la Rue de L´etoile.
Cedric Bourque, el número ocho.
Ha conseguido que los árboles dejen de hablar...sólo sigue escuchando los leves murmullos del árbol quemado del parque. Quizás se alegra tanto cómo ella.
La hoja de roble, Quercus Robur, fuerte, robusto, y seguro cómo Cedric, luce verde y brillante en el preciado herbario, sus lágrimas de felicidad la nutren de energía. Ninette espera no tener que recorrer el trayecto de su casa al Parc Monceau pensando en él.
Cada vez se siente menos Bruja.
Aunque espera la muerte de sus tres anteriores amores para acudir al velatorio para arrancar de cuajo las moribundas hojas de su maléfico herbario.
Ocho intentos hasta conseguir su verdadero amor.
A Ninette Hache le encanta contar historias de misterio, viajar por todo el mundo, preparar té de mango con menta y tomarlo tranquilamente mientras hace la perezosa en la cama.
Además…
Es Bruja, y puede, entre otras cosas, hablar con los árboles. Le susurran exactamente cuándo sus relaciones van a marchitarse; De forma trágica y punzante.
La Bruja Hache siempre lleva consigo un libro herbario allá donde vaya, recolectando y
coleccionando hojas que relaciona mágicamente con sus tullidos amores. Una vez elegida la hoja perfecta en tamaño, forma y color, Ninette recorre el mismo trayecto errático; De su casa al metro de Ternes pasando por la Rue de Montenotte hasta llegar a la parada del Parc Monceau. Dentro del parque, vadea el árbol quemado por un rayo que aún sigue gimiendo de dolor hasta llegar a la estatua de “Chopin au piano et sa muse”, dónde, escondida entre la vegetación, práctica sus tóxicos rituales.
Sus primeros amores, yacen todos putrefactos y polvorientos repartidos en varios cementerios de Barcelona, Gotemburgo, Nápoles y las Islas Maldivas. Todos eran cómo las hojas de Morus Alba, y así acabaron, alimentando a los gusanos.
El quinto, Francesc Rivera, dulce y cálido cómo los frutos del cerezo, inteligente y culto, le leía biografías de personajes célebres antes de hacer el amor…Hasta que fue descubierto con otra mujer en la cama… (De todos es sabido que las cerezas crecen y se devoran de dos en dos). La hoja de Prunus Avium que guarda en su herbario se seca lentamente cómo los pulmones del catedrático Rivera.
El sexto de sus amores, pintor y ceramista griego, Bastiaan Vissi, de cincuenta y cuatro años; Añejo y experimentado cómo los frutos de la vid, mejoraba con los años como el buen vino…
Hasta que se cansó de macerar la relación y cambió a Ninette por una “menos madura”
jovencita extranjera. La hoja de Vitis Vinifera que guarda en su herbario se pudre lentamente en el herbario cómo los riñones del viejo artista griego.
La séptima de sus relaciones, Mathew Chase, gran empresario Neoyorkino, ávido y ambicioso de poder, colmó a Ninette de pieles, diamantes, chocolate danés relleno de licor, (regalos que ella aborrecía). El millonario Chase escaló peldaños en varias empresas, trepó, trepó, trepó, se olvido de Ninette...y se estrelló.
Las fortunas del empresario se esfumaron en inviernos venideros, cómo la hoja caducifolia de Heredera Helix que se resquebraja en el herbario de Ninette.
A las pocas semanas la Bruja viajaba hacia cualquier parte con el dinero acumulado tras vender sus valiosas pertenencias...
Hasta ahora, instalada en París. En el 26 de la Rue de L´etoile.
Cedric Bourque, el número ocho.
Ha conseguido que los árboles dejen de hablar...sólo sigue escuchando los leves murmullos del árbol quemado del parque. Quizás se alegra tanto cómo ella.
La hoja de roble, Quercus Robur, fuerte, robusto, y seguro cómo Cedric, luce verde y brillante en el preciado herbario, sus lágrimas de felicidad la nutren de energía. Ninette espera no tener que recorrer el trayecto de su casa al Parc Monceau pensando en él.
Cada vez se siente menos Bruja.
Aunque espera la muerte de sus tres anteriores amores para acudir al velatorio para arrancar de cuajo las moribundas hojas de su maléfico herbario.