miércoles, 21 de diciembre de 2011

5, place de Furstenberg

1 bici paris
2 chica parís
3 plaza parís

 ilustración a cargo de Belén Segarra
 texto a cargo de Cristian Alcaraz
 vida creada para Chantal Christine


Existo, y a cada paso que doy estoy más convencida de ello.

Mi nombre es Chantal Christine, soy relaciones públicas del Hotel Crillon y me gusta el color rojo. Rojo en las paredes, rojos los vestidos, rojo el tiempo, atardeceres, labios rojos.
París es rara. En mi bicicleta recorro sus calles con la intención de tropezarme y caer encima de algún poeta, de algún ave, de alguna luciérnaga encendida que me dé paz y una vida diferente. Quiero apartarme por un momento de los grados y las leyes de gravedad, enamorarme y comprender el mundo con una mano diferente a la mía.
Todos los jueves, después de refugiarme en algún libro de segunda mano, visito la Opera Garnier. Me dejo llevar por algún Dios y resucito en el mismo instante: notas y tranquilidad, autoafirmación y corcheas en un mismo trago... Siempre he querido tocar el violín, siempre he querido crear belleza para otros, desnudarme, quedarme dentro y salir en forma de mecanismo roto, quizá suspiro, sí… en forma de suspiro me vale.
Es 19 de septiembre de 1954, y llueve. Elliot, el vecino de la puerta B, quiere enseñarme algo… He pasado un día de locos, pero no puedo negarme a su compañía ni a visitar de nuevo su salón repleto de libros (muchos de ellos rotos o mal encuadernados). Me dice que coja uno, quiere que lo destruya y reparta sus hojas por la plaza. Eso hago, no pregunto. Justo enfrente vive Charlotte, diseñadora de Chanel y una buena amiga. Le gusta desmitificar su trabajo y odia la vulnerabilidad de las mujeres de clase alta. Se parece mucho a mí. Juntas vamos a repartir las páginas del libro por las calles.
Dejamos parte de El Camino, de un autor español de apellido Delibes, detrás de un árbol, bajo un peldaño roto, sobre una ventana color azul. Deseo que quien encuentre esas palabras decida dejar otras en otro lugar y así continuar un camino de relaciones anónimas y fugaces. Esta noche dormiré muy bien.

Despierto a las 10:35. Llego tarde al trabajo. Falda roja, siempre. Miro de reojo el buzón antes de salir del portal y pegado a él encuentro una nota. Parece parte del libro que regalamos ayer al mundo Charlotte y yo. Lo leo con tranquilidad y descubro un nombre escrito con tinta por el reverso: Eduardo. Me quedo callada e imagino una vida con él, imagino cómo huelen sus manos. Respiro hondo y salgo a la plaza furstenberg. Me dejo llevar por la belleza de París, de esta ciudad tan rara. Hoy no me importa llegar tarde a trabajar, pienso que alguien me está esperando en cualquier paso.
 

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Esa bicicleta es lo más!!

p.strange dijo...

Me están encantando las últimas vidas es París.
Ésta en concreto es de las más especiales que he leído.

Me parece perfecta y muy favorita.

(preciosas ilustraciones Belén Segarra)

Belén Segarra dijo...

Muchas gracias :)
Un placer estar en este proyecto, además con una vida tan bonita!

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