sábado, 4 de junio de 2011

Boulevard des Capucines

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Tras el largo camino recorrido por Les Grands Boulevards entro a esa diminuta, poco reconocida y antigua librería y disfruto del olor de millones de hojas color café que descansan en el mismo sitio en el que alguien un día las olvidó. Me siento en una pila de libros, no me importan los kilos de polvo acumulados, y reconozco que no hay nada más satisfactorio que observar un periódico de más de cien años de antigüedad. Empiezo a leer y releer los titulares de la época cuando en ese mismo momento me doy cuenta de que he tomado la decisión correcta, me siento parte de todo.

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Me alejo del lugar sabiendo que volveré pronto y al girar la esquina me llega un olor, el olor con el que siempre había soñado, mezcla de croissant recién hecho y café matutino. Sin pensarlo dos veces me adentro en el típico bar parisino. Degusto el sabor amargo pero por otra parte dulce, muy dulce, mientras me da por observar los pequeños fragmentos de vida de los desconocidos que se encuentran a mi alrededor.


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Mis ojos derrapan al ver a una chica de rostro refinado. Parece pensativa, expectante. De pronto, dejándome una sensación entre miedo y asombro, su comisura de los labios se ensancha al mismo tiempo que su mirada se queda fija en algún punto situado a mi espalda. Descubro el porqué de su reacción cuando veo a un chico que se acerca a ella con una flor. Siento dulzura, y para qué engañarme, también un poco de envidia... Lo que daría por sentir lo que ella siente en ese momento y lo que sería congelarlo y enmarcarlo para que existiese siempre. Recuerdo que por eso es por lo que siempre llevo una cámara en mano, mientras pienso en todas las milésimas de segundo que merecen la pena y en cuántas no paramos en fijarnos...

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Salgo sonriendo a la pareja y paseando hasta la ribera del Sena llego a la esquina del Pont Neuf donde me encuentro con un poste que marca un montón de direcciones diferentes. Oigo motores de coche. Oigo palabras en un idioma al que aún no me he acostumbrado (y al que gustosamente me acostumbraré). Oigo risas. Oigo piar. Y pienso que, al fin, he encontrado mi sitio.

ilustraciones a cargo de Ainara Ferrer
texto a cargo de Vera Ferrer
vida creada para Silvia de la Fuente Muñoz

2 comentarios:

Unknown dijo...

precioso! felicidades a todas! :)

Anónimo dijo...

Muchísimas gracias, ha quedado genial. Una vez más, enhorabuena por vuestro trabajo.
Un saludo
Silvia

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